La evaluación en el proceso de enseñanza – aprendizaje:
algunas consideraciones en vista a lograr un proceso realista e integrado.
1.-¿Qué es evaluar?
1.a-Nuestra vida cotidiana.
Nuestra
vida cotidiana está impregnada de relaciones. En tanto nos relacionamos no solo
ponemos a prueba a aquel que es objeto de nuestra relación, sino que, y sobre
todo, nos ponemos a prueba a nosotros mismos. Por el solo hecho de ser sociales
y de estar en comunicación nos estamos comparando.
(“Acto de confrontar varias ideas u
objetos entre sí a fin de subrayar sus diferencias y semejanzas”)
Podemos
asegurar que la comparación permite el diferenciarnos de los demás y, por ende,
el identificarnos como unidad con nosotros mismos.
Evaluamos
cotidianamente en tanto que comparamos; y esta comparación va unida
indisolublemente a una valoración.
(Señalar a una cosa el valor correspondiente”.)
Deseo
mostrar como la evaluación (comparar y valorar) es una práctica psicológica que realiza a diario todo hombre en sus
relaciones habituales.
Podemos preguntarnos ahora: ¿es posible
realizar el paso de una práctica
psicológica habitual a una práctica
pedagógica sistematizada?
1.b-Hacia un concepto pedagógico de «evaluación».
Cuando evaluamos estamos realizando tanto una medición (entendida en el sentido
amplio, como recogida de información) como una valoración. Una y otra dimensión cumplen funciones diferentes en el
proceso total de evaluación. A través de la medición nosotros constatamos el
estado actual del objeto o situación que queremos evaluar. A través de la
valoración realizamos una comparación entre los datos obtenidos en la medición
que reflejan el “cómo es” del aspecto a evaluar y unos determinados parámetros
de referencias que reflejan el “cómo era” o el “cómo debería ser” dicho
aspecto. Una y otras dimensiones son necesarias para que exista una buena
evaluación.
Podríamos definir evaluación:
“Evaluar hace referencia a cualquier proceso
por medio del que alguna o varias características de un alumno, de un grupo de
estudiantes, de un ambiente educativo... reciben la atención del que evalúa, se
analizan y valoran sus características y condiciones en función de unos
criterios o puntos de referencia para emitir un juicio que sea relevante para
la educación.”
“Es el conjunto de
operaciones que tiene por objeto determinar y valorar los logros alcanzados por
los alumnos en el proceso de enseñanza – aprendizaje con respecto a los
objetivos planteados en los programas de estudio” (Carreño)
“ Es un proceso
integral, sistemático, científico, gradual y continuo que comienza cuando se
inicia el estudio de una situación y se
continúa a través de todo el proceso educativo, culminando con un análisis
sobre el desarrollo intelectual, social, y mental del alumno” (Fermín)
Evaluar no es solo calificar y controlar los procesos de
aprendizaje, ni elegir arbitrariamente unos contenidos relegando otros, tampoco
es una forma de dominación para mostrar quién tiene el poder en el aula ni un
mecanismo perverso de descalificación de los alumnos en función de los
resultados finales. Una comprensión equivocada nos ha llevado a la situación
actual de descrédito de la evaluación en todos los niveles, pero especialmente
en el aula se ha convertido en el terror de los alumnos, tal vez por una
incorrecta comprensión de la misma o por
la improvisación de los profesores que mecánicamente «toman prueba» pero
no saben bien que evaluar o por desligar la evaluación del proceso de enseñanza
aprendizaje.
Señalemos entonces los
usos pedagógicos de la evaluación:
a)
Creación
del ambiente escolar: la evaluación
repercute en las relaciones sociales de
aprendizaje. Nada de lo que ocurre en el
aula y en la escuela es ajeno al hecho de las actividades escolares que son
potencialmente evaluables.
b)
Diagnóstico: se la utiliza para
conocer el progreso de los alumnos y el funcionamiento de los procesos de
aprendizaje a fin de intervenir en su mejora: detectar el punto del que parte y
establecer itinerarios de aprendizaje; conocer las condiciones personales,
familiares y sociales por medio de entrevistas con los alumnos o los padres,
cuestionarios, test, etc.; tomar
conciencia sobre el curso del proceso para detectar errores, carencias,
incomprensiones; se puede diagnosticar también cualidades, intereses, hábitos
de trabajo, nivel de destrezas, etc.
c)
Formativo
y sumativo: La evaluación con finalidad formativa es
aquella que se realiza con el propósito de favorecer la mejora del proceso de
aprendizaje mientras éste transcurre. Esta evaluación aplicada en el aula hay
que asociarla a la evaluación de carácter continuo, dependiendo más bien de
instrumentos informales o poco elaborados relacionada con las capacidades
diagnósticas de los profesores. En cambio, la pretensión de la evaluación sumativa
es determinar niveles de rendimiento y hace referencia al juicio final de un
proceso que ha terminado y sobre el que se emite una valoración final. Su
preocupación es poder decir cuánto a aprendido o progresado el alumno.
d)
Afianzamiento
de aprendizaje: la evaluación tiene efectos sobre el
proceso de seguir aprendiendo: reactivar o consolidar un recuerdo, brindar
posibilidades para retenerlo, centrar la
atención sobre un contenido importante y dar información sobre el mismo,
incrementar el dominio de lo aprendido,
aplicar en contextos diferentes y de diversas formas lo aprendido, etc.
e)
Función
orientadora: la evaluación, al poder detectar cualidades para el trabajo
escolar descubriendo sus competencias más importantes, es una guía para que los
profesores, los padres, y los alumnos mismos, tomen decisiones apropiadas en la
elección de tipos de estudios, de materias, de temas optativos, modalidades de
trabajo, etc.
1.c- Un peligro: el poder político de la evaluación
Señalamos el paso que se da desde el proceso psicológico –
asistemático y espontáneo – al proceso pedagógico – sistemático y formal - como
un proceso lógico dentro del desarrollo de la enseñanza y su posterior
institucionalización, siendo necesario examen para poder acreditar lo enseñado
y, por ende, lo aprendido.
Pero también debemos hacer notar un peligro latente en esta
situación: pasar del proceso pedagógico a considerar la evaluación como un instrumento de poder, como un ámbito
desde el cual el docente puede ejercer el poder político de la evaluación.
Sobrados serían los ejemplos, y las
frases dichas por los docentes, que podríamos dar en este caso.
De esta manera “el examen combina las técnicas de la
jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora,
una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Se diferencia a
los individuos, pero también se los sanciona. En el examen se une la ceremonia
del poder y la forma de la experiencia, el despliegue de la fuerza y el
establecimiento de la verdad. La superposición de las relaciones de
poder y las relaciones de saber adquiere
en el examen toda su notoriedad visible”.
El docente puede (y suele) utilizar la evaluación como un
medio desde el cual controlar la disciplina, ordenar el desarrollo de su clase,
garantizar la atención y el cumplimiento permanente de lo exigido durante el
desarrollo de la unidad y, lo que es más lamentable, establecer la distancia
con sus pupilos de tal manera que no pueda ser cuestionada su labor. También de
esto sobran ejemplos.
Si no es posible
que el alumno pueda vivir la evaluación como un paso (útil y necesario) dentro
de todo el proceso de aprendizaje; si no es posible que el alumno aprenda de
sus errores y desaciertos; si no es posible que el alumno pueda reformular sus conocimientos sobre la
base de lo aprendido gradualmente; si no es posible que el docente no sienta la
presión ( ¿ y la inseguridad interior?) de controlar y dominar las relaciones
grupales “artificialmente”; si no es posible que el docente piense que es
necesario bajar del “pedestal del saber” para continuar aprendiendo; entonces
es posible que nuestras actitudes frente a la
evaluación estén mas centradas en las coacciones de poder que en sus potencialidades pedagógicas.
1.d- La evaluación como proceso y/o sistema dentro del camino del
aprendizaje.
No podemos dejar de señalar la naturaleza procesual y
sistémica de la evaluación. Podemos decir que la evaluación es un proceso y está en proceso; es un sistema y
está en un sistema.
Pretendo señalar que cuando hablamos de evaluación no
estamos hablando de un hecho puntual o de un acto singular; sino de un conjunto
de pasos que se condicionan mutuamente. Este conjunto de fases se ordenan
secuencialmente (son un proceso) y actúan integradamente ( son un sistema). Ya
la vez la evaluación no es (no debería ser) algo separado del proceso de
enseñanza – aprendizaje, no es un apéndice independiente en dicho proceso (está
en ese proceso) y juega un papel específico con respecto al conjunto de
componentes que integran la enseñanza como un todo (está en un sistema)
La evaluación no es ni puede ser un apéndice de la
enseñanza ni del aprendizaje; es parte de la
enseñanza y del aprendizaje: En la medida en que un sujeto aprende,
simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta,
decide, enjuicia, opta… entre lo que considera que tiene un valor en sí y
aquello que carece de él. Esta actitud evaluadora es parte del proceso
educativo que es continuamente formativo. (Álvarez Méndez)
Pretendemos sacar la evaluación de lugar en la que
comúnmente la ubicamos: al final de una etapa de enseñanza y donde el alumno
debe “demostrar” que ha aprendido y, en algunos casos, reproducir (repetir) lo
enseñado por el docente.
¿Es posible pensar en la evaluación no como el final de un
proceso sino como una herramienta de conocimiento?
Si el docente logra centrar más su atención en tratar de
comprender qué y cómo están aprendiendo sus alumnos, en lugar de centrarse en
lo que él les enseña, se abre la posibilidad de que la evaluación deje de ser
un modo de constatar el grado en que los estudiantes han captado la enseñanza,
para pasar a ser una herramienta que permita comprender y aportar a un proceso.
La evaluación se constituye en fuente de conocimiento y
lugar de gestación de mejoras educativas si se la organiza en una perspectiva
de continuidad. No nos basta solamente la distinción hecha con anterioridad en
cuanto a los usos de la evaluación (diagnóstica, formativa y sumativa ) sin que
es, tal cual lo señalado, la fuente
de las mejoras educativas y de la permanente retroalimentación del
proceso enseñanza – aprendizaje en los docentes y sus alumnos.
2.- Tal vez no deberíamos utilizar la
evaluación como…
·
Un instrumento disciplinario.
·
Un medio
exclusivo para incentivar la tarea.
·
Un medio
que desaliente a los mas dotados.
·
Un
exclusivo instrumento de control.
·
Una
barrera ante nuestros alumnos.
·
Uno de
los tantos procedimientos empleados para lograr prestigio profesional (“la abundancia de notas bajas y aplazos me
revelan como un docente exigente”)
·
Un fin en
sí mismo: que el alumno estudie solamente para sacar una buena nota o para
acreditar la materia.
3.- Tal vez deberíamos utilizar la
evaluación como…
·
Un
procedimiento comprensible y consistente, útil y necesario.
·
Un medio
de información con un alto grado de objetividad.
·
La manera
de poder realizar una mirada introspectiva sobre el propio dictado de la
asignatura.
·
Una
herramienta más dentro del camino de conocimiento del alumno.
·
La
posibilidad de construir y reconstruir el conocimiento desde lo “ya
aprendido” y en vista a lo “por aprender”