La gestión de la dimensión comunitaria
en la vida cotidiana de nuestros
Centros Educativos
La gestión es una intervención en
el doble sentido que tiene en latín interventio
(venir entre – interponerse). En el lenguaje corriente, esta palabra es
sinónimo de mediación, buenos oficios, ayuda; pero también en otros contextos
significa intromisión, injerencia.
Así, toda intervención provoca un
quiebre en la transparencia de una institución escolar; a veces es para una
nueva articulación y otras para quebrar una cristalización del sistema.
¿Qué hace que las ideas se
transformen en prácticas, en actos de transformación? Lo que empuja o detiene
el pasaje de la idea al acto es la emoción.
En esencia, todas las emociones son impulsos a actuar, planes instantáneos
para enfrentarnos a la vida que la evolución nos ha inculcado: la raíz de la
palabra emoción es motere, del verbo
latìn “mover”. Además el prefijo “e” implica alejarse, lo que sugiere que en
toda emoción está implícita la tendencia a actuar. Las mismas ideas, el mismo
conocimiento, encuentran distintas posibilidades en la acción según las
emociones que los acompañen.
Cuando entramos a una escuela,
percibimos el clima que circula, invitándonos a estar, trabajar, compartir o,
por el contrario, la “toxicidad” que se respira en un ambiente cargado de
resentimiento y violencia en los vínculos interpersonales.
No se trata de construir el mundo
ausente de conflicto, tensiones y sufrimientos. Las agresiones también forman
parte de la condición humana. La salud de una institución no está vinculada a
la cantidad de conflictos sino a sus estilos y al modo
de abordaje de los mismos. (Bleger). No hay equilibrio, armonía ni estabilidad;
las organizaciones viven en tensión (al menos mientras están vivas)
Los estados de ánimo, las
emociones nos “tienen a nosotros “en tanto definen nuestros modos de actuar, pero
también son pasibles de diseño cuando las reconocemos y nos hacemos cargo de
ellas.
Es una decisión política y
estratégica sobre cuáles de las dimensiones pondremos el foco en la gestión del
centro educativo. En extremo, esto traerá aparejado complejidades, logros y
caminos institucionales acorde a la dimensión elegida.
¿Qué entendemos por “dimensión
comunitaria” en una institución escolar?
¿Es necesario gestionar la
dimensión comunitaria? ¿Se puede intervenir en esta dimensión para lograr los
resultados previamente planificados? ¿Es posible plantear alternativas que nos permitan
intervenir en los fenómenos y orientarlos en función de nuestros propósitos?
Entendemos estos aspectos sobre
las cuales operar para lograr el efecto buscado:[i]
1.- Sentido: implica no sólo la existencia o búsqueda de un “por qué” de la organización y sus procesos,
sino también la circulación y apropiación del “por qué” por parte de sus
actores. El efecto desbastador en lo emocional de la comúnmente llamada
burocracia no está sólo en la ineficiencia, sino en el sinsentido que tiñe las
tareas.
2.- Lugar: Capacidad para sentirse con derecho, lejos de los
títulos o de los diplomas en el bolsillo. Asumir el riesgo de hablar para decir
no, compromiso con el propio nombre en el “no”. Instalación de una tensión
entre la propia ambición y lo que esperan los otros, entre la propia voluntad y
la imagen en la cual los otros nos colocan. Debe existir lugar para el sujeto
en lo comunitario.
3.- Palabra: Necesaria para dar cuenta de lo que pasa, aunque no lo
entendamos (y es que tal vez sólo lo entendamos si hablamos) Pero, también,
restitución de la palabra como compromisos que asumimos en nuestras
conversaciones; a este carácter se refiere el grado de credibilidad de una
organización. Allí donde la palabra no tiene lugar en una organización,
circulan los “remplazantes de la palabra”.
4.- Ley: Si toda institución se define por la existencia de una
legalidad determinada, su clima se verá afectado por la calidad de esa ley o
normas que la regulan, pero más aún por la equidad con que es aplicada por el
poder formal. La percepción de injusticia, y ausencia de la ley, es la fuente
de los desalientos más profundos, y está en origen del resentimiento y/o la
resignación de muchos de nuestros educadores.
5.- Humor: es un ¿fenómeno? más fácil de registrar que de explicar.
Causa y consecuencia de la salud e inteligencia de una organización abierta al
juego, la ironía, la celebración, la seducción; refleja y genera el placer de
hacer lo que se hace. La capacidad, el permiso, el espacio para el humor y el
placer no se expresan sólo en la sonrisa perpetua y el desconocimiento del
esfuerzo y el conflicto como parte de la tarea escolar. El humor se constituye
en el trasfondo y recurso de la escuela para afrontar creativamente sus propios
retos. El “sentirme bien”.
6.- Cooperar/Competir: Los docentes necesitan cooperar en su tarea, pero también
compiten por reconocimiento, recursos; la escuela debe cooperar con otras
instituciones, pero también debe competir por espacios, alumnos,
reconocimientos, resultados deportivos, etc. La cooperación relaja y la
competencia tensa. En los extremos dañan. En su tensión dinámica donde hay que
encontrar el equilibrio para cada situación.
7.- Producir/aprender: Todo proceso organizacional se realimenta
enérgicamente con los logros o fracasos en la producción alcanzada, los
resultados obtenidos y el aprendizaje realizado. El deseo en una organización
crece y se desplaza a través de los logros alcanzados, en la medida que no se
confunda éxito con exitismo.
Es necesario la “intencionalidad”
de acción sobre estos aspectos que configuran la dimensión comunitaria de
nuestras instituciones. Sin intencionalidad no hay gestión. Es distinto
“hacer que las cosas sucedan” a “que te sucedan cosas” y luego debas decidir
qué hacer con las mismas.
Concluimos dejando abierta la
reflexión sobre los aspectos que influyen en la dimensión comunitaria de
nuestro Centro Educativo Franciscano:
-
¿Sobre cuál/cuáles pongo más énfasis en mi
trabajo de gestión?
-
¿Sobre cuáles intervengo y sobre cuáles no
intervengo? ¿Por qué?
-
¿Tengo conciencia de lo importante de gestionar
la dimensión comunitaria de la institución escolar?
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