Hacia un esquema de intervención
publicado en:
Blejmar, B;
El lado subjetivo de la gestión. Del actor que está
haciendo al sujeto que está siendo;
Aique Educación 2013
Adaptando libremente aportes del psicoanalista
francés Jaques Lacan con respecto a los tiempos de la acción lógica, se podría
decir que hay tres instancias claves en toda gestión organizacional:
1.- El instante de ver.
2.- El momento de comprender.
3.- el tiempo de actuar.
1.- Instante
de ver: se refiere justamente al momento de “darse cuenta”, de que algo
sucede, sea un problema o un conflicto por resolver o una oportunidad de mejora
para aprovechar. Recuérdese que cuanto antes se vea un problema u oportunidad,
más efectivo y menos costoso será su tratamiento. Se dicen que “los problemas
chicos son difíciles de ver y fáciles de solucionar, los problemas grandes son
fáciles de ver pero ya difíciles de resolver.”
2.- Momento
de comprender: es el espacio dedicado a entender, diagnosticar aquello que
se ve, identificar efectos posibles, las conexiones que tiene, etc.
3.- Tiempo
de actuar: aquí se hace referencia a la acción que necesariamente sucede a
la comprensión. Llamar a una reunión, sancionar una falta, revisar
documentación, planificar una capacitación, sancionar, gratificar, decidir… son
ejemplos de acciones que devienen de la capacidad de ver y comprender. La idea
de un tiempo está asociada a la oportunidad en que se actúa, a veces se actúa
de un modo apresurado y a veces de un modo tardío. En tal caso, los efectos de
la acción van a ser sensiblemente inferiores a lo que los griegos llamaban kairos, el tiempo oportuno, ni antes ni después
de lo necesario.
Respecto al tiempo de actuar es bueno visitar las
distinciones que propone Pedrhino Guaresch:
·
Hacer
·
No hacer
·
Impedir hacer
·
Permitir
Hacer:
una acción, una palabra, una decisión que incide y cambia el campo de
actuación.
No hacer:
frente a un evento se estima que la mejor política es no hacer, porque
cualquier intervención activa no sólo no mejora, sino que empeora la situación.
O, por le contrario, no se hace allí donde lo requerido sería hacer, lo que
también generará consecuencias.
Impedir
hacer: cuando el actor de la situación inhabilita una acción de otro a
través de la prohibición o la persuasión, para bien o para mal, dependiendo del
observador que juzgue, este impedimento tendrá su efecto. Los reglamentos
escolares a la vez que permiten, prohíben ciertos comportamientos. El no del director tiene sus efectos en
quienes lo reciben.
Permitir
hacer: también vinculado al accionar del otro, pero en este caso, de signo
contrario, porque estimula o habilita este ese hacer. El empoderamiento del
director a sus docentes o a su equipo implica un permitir hacer allí en donde
en otras escuelas está prohibido.
El común
denominador que hace a estas cuatro expresiones del hacer es el efecto que cualquiera de ellas produce, todo tiene un
efecto positivo o negativo pero, después de instrumentarlas, algo distinto pasa
en la situación. Una de las capacidades requeridas del directivo escolar sería,
entonces, lograr un uso efectivo de estas cuatro dimensiones del hacer, según
la escena que enfrente porque, haga lo que haga (o aparentemente haga) produce
efectos en la situación.
En este caso la gestión no sólo reacciona ( gestión
exclusiva de las demandas), sino que propone alternativas de acción reclamadas
desde el contexto, aunque no hayan sido pedidas.
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